sábado

No sé necesitarte.
Sé marcharme,
coger un tren
y no volver a verte.

Pero necesitarte me da un miedo atroz. 
Me entra el pánico.
Me ahoga la sensación de no saber vivir sin ti,
y buscarte de reojo entre la gente sin querer,
sabiendo que no estás;
porque yo te he echado. 

No sé necesitarte,
ver que en el otro lado de la cama cabe la posibilidad de que no esté vacía pero que lo esté
por...
no sé,
por una decisión estúpida. 
Un miedo atroz a perderte si me pierdo 
y que me digas: ya no eres el mismo,
cómo si a mi no me doliera lo suficiente no ser lo que era. 
Necesitar tus palabras más de las que necesito las mías,
y que por cada calle que pase recuerde 
las flores,
los poemas,
las conversaciones,
y todo sea
una 
maldita
espiral 
de 
angustia.

Que no haya nada de mi sin ti
porque tú te lo hayas llevado
y cada cosa que he construido no exista
y lo poco que quede,
quede,
porque tú has decidido que así sea
y yo siga a tu total merced. 

Necesitarte más de lo que me necesito a mi mismo,
añorar cosas que no sabía que existieran,
como lo que me enseñaste
de quererme a mi primero.

No sé necesitarte.
Porque hacerlo sería que estuvieras en todas las partes de toda mi alma
y que siempre dolieras.  

1 comentario:

Killian Lovecraft dijo...

El miedo es parte del trato, y cuando te das la vuelta sigue doliendo, tanto o más que la primera vez.

J.