Yo le decía te quiero por encima del sonido del mundo, por encima del estruendo y el humo de las bombas al implosionar todavía en el cielo, por el encima de la guerra, del propio Amor.
Yo le escribía te quiero, y Amor siempre iba en mayúscula cuando me dolía el cuerpo de tanto quererla.
Yo relegaba te quiero al nivel que existe entre mi zapatilla y el suelo cuando el vacío se llenaba y ni siquiera te amo podía contenerlo.
Yo me quedaba quieto y la esperaba todas las mañanas cuando el Sol abría los ojos, y la acompañé cuando su duodécima arruga nació y tuvo la crisis de los 40, de los 50, y ahora que tenemos 80 yo le sigo diciendo te quiero por encima del sonido del mundo, pero ahora mucho más bajito, para que no se me escape la voz.
Yo le escribía te quiero, y Amor siempre iba en mayúscula cuando me dolía el cuerpo de tanto quererla.
Yo relegaba te quiero al nivel que existe entre mi zapatilla y el suelo cuando el vacío se llenaba y ni siquiera te amo podía contenerlo.
Yo me quedaba quieto y la esperaba todas las mañanas cuando el Sol abría los ojos, y la acompañé cuando su duodécima arruga nació y tuvo la crisis de los 40, de los 50, y ahora que tenemos 80 yo le sigo diciendo te quiero por encima del sonido del mundo, pero ahora mucho más bajito, para que no se me escape la voz.
3 comentarios:
Que entrada tan bonita, bella, preciosa, alucinante, quitapalabras.
(genial)
Las palabras suenan y tú consigues hacer música con ellas.
¿Sabes? Hoy en parte me he puesto triste al leerte por culpa del miedo que me da no conseguirlo, porque me gustaría llegar a los 80 y que hubiese alguien a mi lado que me dijese algo de una manera tan profunda. Un saludo!
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