jueves

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No pude odiarte porque eras el agujero en el pecho que hizo que me faltase el aire tantas veces, el vacío en la piel sin tus palabras cuando la realidad de la ausencia me pesaba en la espalda.
Viví como una autómata todo el tiempo hasta tu regreso; porque el mundo no era más que una niebla espesa y gris que me ahogaba, y me engullía, y ya no hacía otra cosa que caer sin ti, preguntándome qué dios me odiaba o qué había hecho mal para que ni siquiera te despidieses. Y pensar que eras tú la de los cuentos cuando yo solo quería un beso antes de que echaras a andar.
Me volví estúpida, llorando más de lo que nunca he llorado y sin derramar ni una sola lágrima porque tú me las quitaste, me las arrancaste del corazón y te las llevaste contigo a donde no me dejaste seguiste.
Pero yo también lo sé, princesa, que existen dos clases de dolor, dos clases de amor y dos tipos de lágrimas. Sé que tú dolor era infinitamente superior al mío pero que yo sentí siempre más que tú, fría y mentirosa como te dejaron.
Dos clases de amor para dos personas distintas, Carlota, para ti y para mí.
Y sin embargo te sigo queriendo, porque he aprendido a que los recuerdos me recorran las venas y me alimenten por dentro.

3 comentarios:

Melodías Agridulces dijo...

Simplemente me encanto este texto. No pude mirar la primera parte :s pero eso no quita que no me haya enamorado de este texto (porque fue asi) Un beso, escribis muy bien!

Lorena dijo...

No deja leer la primera parte pero... Creo que todos tenemos un agujero de esos o lo hemos tenido en algun momento. Yo te aseguro que, como toda herida, se acaba cerrando.
Un beso!

TurnerCeEne dijo...

Me encanta tu blog, tu forma de escribir!
Thanks por cada letra que leo!
Te sigo!
Pasate por el mío! ;)

http://vivalosidiotas.blogspot.com