domingo


Fue ella quien me presentó a Andrés y a la mala vida, y ella finalmente quien me las arrebató, la primera por estúpida y la segunda porque el ritmo frenético de Cristina era insuperable, incontrolable, y de tres pastillas una noche yo no aguantaba ni la primera. De tanto alcohol y tantas drogas aprendí mejor tarde que nunca que algunos excesos cuestan la vida, que de cara a la Muerte siempre se ha vivido pero que es más fácil cerrar los ojos cuando las cosas no te ocurren a ti.
Yo he ido con prisas y sin pausas, intentando adaptarme a los pasos agigantados de un titán que caminaba sin reglas, y para cuando llegó Andrés ya se habían ido muchos que mi recuerdo ni siquiera nombra, borrosos y difusos, como fueron casi todas sus promesas y las palabras de Cristina. Si no hubiera estado tan ciega, habría sabido de las veces que se comieron con los ojos y de las que ya no solo con eso, que de tanto contar perdí los dedos y nunca dije nada, porque no podía ser, porque Cristina era mi mejor amiga y llegó para salvarme cuando estaba sola en el desierto más grande de todos, cuando necesitaba respirar porque fuera como fuese, yo me estaba ahogando en la arena.

Ahora he crecido aunque no lo suficiente, porque aun hoy sigo buscando la manera de escapar gritando y pataleando como la energúmena que un papel dice que soy, para que los médicos inyecten veneno en mis venas desgastadas y los calmantes me salven como ella realmente no supo hacer.
Desde antes, que quería que las voces se callaran, a ahora que quiero que el propio silencio no hable no ha pasado tanto tiempo, solo un estrecho paréntesis en que el Cristina apareció muchas veces más, ninguna para quedarse excepto una, en la que por fin me rompió el corazón y me quitó esa venda que me había regalado nada más hablarme por primera vez.
Mi mejor amiga volvió con la tragedia a la espalda, traviesa, como siempre, jugando a ser mayor sobre unos tacones demasiados altos y la soberbia en la mirada, y me sacó de uno de aquellos antros en los que morí y me atreví a nacer de nuevo un día, después de ver lo que hacía aquella vida con las personas, algunas por no crecer y otras por hacerlo demasiado rápido y convertirse antes de tiempo en mustios viejos. 

3 comentarios:

Killian Lovecraft dijo...

Recuerdo haber leído de ti esta historia, pero no recuerdo como acababa. Espero descubrirlo pronto.

J.

.A dijo...

que nunca vino para quedarse ..
que solo estuvo de paso para arañarme el corazon

Keiko McCartney dijo...

Si se trata de una experiencia personal, lo has sabido plasmar bien en unas cuantas palabras. Me gustaría conocer el final, me tiene intrigada.

Besitos :)