C. jamás hubiera sabido por qué la reacción entre M. y V. era tan intensa. Por qué V. no dormía jamás para verla conciliar el sueño y así poder apartarle mechones de la cara. Ni por qué cuando M. estaba triste, V. la desnudaba poquito a poco, guardando cada lágrimas, y la metía en la ducha, y se quedaba en el baño una eternidad mirándola.
Tampoco sabía por qué, cuando la guiaba hasta la cama, V. bebía su aliento y su mirada, y no había ni una sola palabra.
Si a C. le hubiera dado por abrir los ojos y cerrar la boca llena de aquellos comentarios tan feos, probablemente hubiera visto que M. siempre se mordía las uñas de las ganas de ver a V.. Que tenía una libreta con cada una de las muestras de amor exclusivamente para ella. Y que se reía más, mucho más.
C. hubiera comprendido que cuando V. se iba, también se llevaba consigo el oxígeno de M., las ganas de escribir, de pensar, la razón. Y que cuando V. se marchaba para no volver, ya las lágrimas no salían, porque cada milímetro de sentimiento estaba entonces dedicado a M.
Se hubiera dado cuenta de que solo quedaba vacío, que no había Ana, ni Bohemia, ni Granada.
Pero C., maldita y mil veces condenada, prefería seguir en sus treces la muy víbora, con sus comentarios homófobos y el Infierno como telón de fondo.
A mi madre, a su ignorancia y a la de tantos otros. (Esta historia no tiene ninguna relación con la de A. y P., era por desahogarme sin poner nombres xD)
Tampoco sabía por qué, cuando la guiaba hasta la cama, V. bebía su aliento y su mirada, y no había ni una sola palabra.
Si a C. le hubiera dado por abrir los ojos y cerrar la boca llena de aquellos comentarios tan feos, probablemente hubiera visto que M. siempre se mordía las uñas de las ganas de ver a V.. Que tenía una libreta con cada una de las muestras de amor exclusivamente para ella. Y que se reía más, mucho más.
C. hubiera comprendido que cuando V. se iba, también se llevaba consigo el oxígeno de M., las ganas de escribir, de pensar, la razón. Y que cuando V. se marchaba para no volver, ya las lágrimas no salían, porque cada milímetro de sentimiento estaba entonces dedicado a M.
Se hubiera dado cuenta de que solo quedaba vacío, que no había Ana, ni Bohemia, ni Granada.
Pero C., maldita y mil veces condenada, prefería seguir en sus treces la muy víbora, con sus comentarios homófobos y el Infierno como telón de fondo.
A mi madre, a su ignorancia y a la de tantos otros. (Esta historia no tiene ninguna relación con la de A. y P., era por desahogarme sin poner nombres xD)
4 comentarios:
...
Un amor tan grande no debría darle cuentas a ese tipo de gente.
Un final triste el de V y M.
Besos :)
Condenadamente triste.
Pobres de M. y V. (aunqueC.medacuriosidad)
Besos
No sé que espera M. de C.
Pero tampoco sé si C. es tan mala.
Yo pienso que V. y C. se parecen mucho aunque en el texto parezcan dos personas totalmente distintas.
(:
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