sábado

Yo esperaba que lloviera tu nombre, Kath.

La primera vez que vi a Kath no tendría más de 12 años. Por entonces, en el pequeño mundo que componía mi vida, Kath no era más que una sombra proyectada por otro Sol, venida de un universo lejano y distante.
La chica de los ojos verdes se fue tan rápido como vino, arañándome el alma y el corazón sin apenas tocarlos, entrando sin llamar de golpe y de frente, prevista por nadie, creada al azar.
Recuerdo que viví con la esperanza de verla otra vez durante meses, y que todo aquello dio paso a la angustia, y más tarde a la agonía; y de mayor a la sed y la hambruna del misterio de su piel sin nombre.
Yo no era más que una cría, pero creo que sin saber que era, logré enamorarme de ella.
Tan curiosa me pareció su risa, que todo el tiempo que ocupa el olvido trató mi recuerdo de olvidarla, para que, fuera como fuese, casualidad o no, apareciese de nuevo en aquel maldito parque, de nuevo sin llamar en mi vida, sin avisar pero siendo prevista por aquel dios caprichoso que desde la primera vez me la tenía jurada.
Y cada encuentro que imagino no es ni la mitad de maravilloso que el nuestro. Y a veces me repito, sin pausa ni descanso, que sería de  mí sin el Destino y sin ella.

¿Sabes? Desde el primer instante que te vi supe que eras tonta- Kath río- pero que harías falta en mi vida. Ya sé que es algo que siempre se dice, pero yo tenía ganas, Ellyn, y tú sonreíste, aceptaste ese reto impuesto. Hablamos con silencio y así pactastes conmigo. 

Pero a mí me pasó otra cosa, Kath. Desde el primer instante que te  vi esperé con ansias que lloviera tu nombre.  

1 comentario:

Killian Lovecraft dijo...

Creo que yo así, también me enamoraría de Kath.

Me encanta la entrada (: