lunes

Quería pararme entre la gente y gritar de dolor. Y que el mundo lo entendiera, que viera que estaba rota porque te habías ido.
Quería que todos me concedieran una pausa porque tenía derecho a estar triste ¿lo entiendes? Pero la verdad es que no era la única persona en el mundo con el alma dividida. Me di cuenta de que aunque me tendiesen la mano iban a seguir caminando mientras yo me quedaba parada.

Nunca quise esperarte, Denna. Nunca me gustó ir despacio cuando no se trataba de pisar la arena blanca de la playa, de sentirla, de que las conchas me arañaran los pies como tú lo hiciste con mi corazón, sutil, invisible, hasta que la herida se infectó y apareciste de la nada. Y para entonces ya no quise curarte, aunque me marché...

3 comentarios:

Lorena dijo...

Yo tambien me he sentido así, y duele no poder desgarrarte por fuera tanto como lo estas por dentro. Un beso enorme

galmar dijo...

Sí duele

Anónimo dijo...

Tener derecho a estar triste...
Un texto sublime.