sábado

Escribe sus relatos con ese aire de tristeza que tienen algunas cosas, imperfectas, siempre a la espera, como en el caso de Juliette, de su príncipe azul.
Anda de aquí para allá como si el mundo fuera suyo, normalmente en bragas, sin importarle que el vecino de enfrente se la machaque de vez en cuando con su cuerpo. Nunca lleva tacones. Siempre pantalones, pero eso sí, lo que le gusta provocar.
Diosa con aplomo de fiera y templanza de héroe, porque lo que es capaz de aguantar Nicky no lo aguanta nadie, sobre todo cuando lleva nombre de alcohol.
Jamás la he visto utilizar la cabeza cuando se trata de diversión y mucho me temo que a mí me encanta, porque entre Vicky, Juliette, Paciencia y demás, la casa se vuelve un muermo, una sosería, desinflada y desecha como los soufflés que Vicky se empeña en hacer y nunca le salen. ¡Y qué obligación es comerse esas cosas que ni de lejos catalogadas de comida! Lo mismo para mí el silencio del piso, la maldita planta de esa entrada que nunca se muere la jodía. Lo de Vicky lo intuía, pero allá Paciencia con el vaso logró sorprenderme, todo hay que admitirlo.
Nuestra diva de piernas torneadas jamás ha pisado la entrada más de cinco minutos y de ella sí que dudo que tenga alguna esperanza en ese manojo de hierbas. De todos Nicky es la más lista, la más dulce y amarga a la vez, porque tiene una sonrisa para comérsela pero luego cuanto genio la maldita.
El caso es que es un lujo hablar con ella cuando se harta a chupitos y a fumar, entonces no sabe lo que dice y es Nicky en estado puro, dinamita, explosión.
Recuerdo todavía a un tal Hugo. A veces Nicky llora su nombre.

1 comentario:

Hiawatha dijo...

Por dios, que manera de escribir.
Aveces es difícil saber como es una persona realmente; con algo de alcohol todo es más auténtico. Más real.