sábado

El tiempo, que se le escurre a él como arena en las manos, se venga e inyecta dolor, y se deleita viéndolo retorcerse en el suelo, ya sin alma, siempre herido de guerra con un agujero en el pecho y una medalla de hojalata que lo tapa, que lo oculta a la vista de Ellos; que todos piensen que el dolor trajo una mentirosa felicidad consigo, que callen los que hablan y dicen que no somos más que los últimos desechos victoriosos de una gran montaña de escombros.
Sobrevaloremonos, ¡qué más da! Pero huyamos hacia arriba y no dejemos opción a ir en otras direcciones; digamos que es por miedo a que se estrellen, que ya estamos muy alto.
Veamos y hagamos ver que solo tenemos un camino y es el de subir. No aceptemos que hemos ¡y seguimos haciendo! las cosas mal.
Dimitamos de nuestro nombre de nuevo y convirtámonos en Nosotros sin el ellos.
Atemos y ocultémonos en la ignorancia; somos nosotros quienes estamos atados de pies y manos en una cárcel. Puede ponerle el nombre que quiera, cárcel siempre es jaula de libres.
¡Más amenaza y más dinero! ¡Carpe diem! A Nuestra manera, claro.

2 comentarios:

Ana Paredes Hendrich dijo...

Me gusta muchisimo,mucho.
Marta,don.
Te quiero.

Débora Sandoval dijo...

Bien dicho !!


Saludos (: