domingo

Kath siempre le pide a Ellyn la historia de la constelación de las Galletitas Crujientes.

Es una noche de domingo como cualquier otra. Bueno, en realidad es NUESTRA noche de domingo.
Kath, como siempre, va dando saltitos como Heidi, subiendo la colina con su cesta de mimbre. Le encanta esa cesta, me lo ha dicho muchas veces. Se la regalé hace dos años, un día que paseaba por la calle y vi una de esas tiendas de objetos antiguos que tanto le gustan. Y esa cestita estaba allí, gritandome que la comprase para Kath.
- ¡Ellyn, date prisa!- me grita desde lo alto.
Le hago un gesto y sigue subiendo.
Me abrazo y observó la hierba blanda bajo mis pies. Es pleno invierno, pero cada domingo hacemos exactamente lo mismo.
Llego a lo alto de la colina, donde Kath ya ha preparado las mantas y está tumbada sobre ellas.
Me saca la lengua.
- Pues si que has tardado.
- Es que me he encontrado a un chico muy guapo por el camino, princesa. No puedes culparme.- bromeo mientras me meto entre las mantas, con ella a mi lado.
Me pega un pequeño puñetazo en el brazo y nos echamos a reir.
Y como cada noche de domingo, miramos las estrellas y contamos historias absurdas. Kath siempre repite un par de veces cada noche esa de la constelación de Mermelada de Melocotón.
- Mmmm- y se acurruca junto a mí.
- ¿Estás gimiendo? ¡¡Estás gimiendo!!- rio.
- ¡¡No, tonta!!
- Pero... ¿tonta de tonta o tonta de adorable?
Kath se limita a permanecer en silencio, abrazada a mí. Sonrio. Y es que es imposible no hacerlo estando al lado de ella. Entonces, como cada noche, Kath me pide que le cuente la misma historia.

1 comentario:

Mente. dijo...

Oh,me encantan estas dos.QUe monas^^Me gustan tus actus,pero... bueno, ya hablaremos.



Se te echa de menos,princesa