jueves

Salir de allí casi corriendo porque me daba algo de miedo quedarme. Notaba así, con frío en los huesos, que el proceso giraba a la inversa y y, que siempre he sido una inútil en el arte de sentir, poco a poco dejaba de pudrirme por dentro.
Gabriel me esperaba justo detrás de la última puerta y yo salvé con ansia el espacio que quedaba hasta sus brazos saltando muy alto, desde un abismo, desde el infierno también al revés. Me abrazó pero no me reconfortó, porque muy dentro e incluso muy fuera, yo seguía teniendo frío.

La boca me sabe a ganas de vomitar y a cerveza suave. Tengo la cena en la punta de la lengua, a un segundo de precipitarse y tomar una mala decisión.
Tengo náuseas.
Y paso de mirar a fondo y ver a Gabriel hablando de yo qué sé que mierdas.
Me estoy poniendo violenta.
¿Tendré fiebre?  Joder.
- Te estoy escuchando.
Venga, Miriam, sal del baño.
¿Sabes? Te quiero salvar, Adrien, te juro que quiero hacerlo. Pero es que nunca me dijiste que las estrellas se apagan, cabrón. 

2 comentarios:

Lorena dijo...

Pedazo ultima frase. Ojala a mi me lo hubiesen recordado tambien en mas de una ocasion.

Killian Lovecraft dijo...

"Nunca me dijiste que las estrellas se apagan"
Ag, quema.


Jace