jueves

¿Sabes, A.? Muchas veces me creí el satélite de ese mundo secreto que eras tu misma. Llegué a creerme aquello de "acción, reacción", fíjate, como si fueras mi bote salvavidas sin mar.
Lo que jodía que te marcharas, pero odiaba más cuando volvías, porque entonces tenía que beber de tí, de tu presencia, de las ganas.
Me saludabas como si siempre hubieras estado aquí y nunca te hubieras ido, con otro gesto de mano, ignorando que podrías llevar fuera aproximadamente diez años y mi mirada ausente.
Nunca hablamos de ello, supongo que porque después de tanto tiempo yo estaba ansiosa de tí y solo quería enredarme contigo y quedar en silencio, mudas, yo contigo y tú... Quién sabe dónde te encontrabas siempre.
La única religión que seguías era aquella guitarra a la que nunca vi con todas las cuerdas, el alcohol -vodka, whisky, ron- y tu chupa de cuero. Me decías que para aislarte a veces utilizabas la coca y no te culpo ¿eh?; yo hice lo mismo los primeros 13 meses, cuando entraba en casa y veía que el aire era más denso.
Nunca pediste perdón y yo nunca lo esperé aunque diga lo contrario, pero sé que muy en el fondo la culpa se te iba acumulando, que por eso enterrabas la cara en la almohada y me atraías hacia tí. Me gustaron siempre tus canciones a media voz ahogada, pero tú nunca me creiste, como no lo hacías con nada.
¿Sabes, A.? Creo que siempre supiste que yo también me iría, pero solo te faltó entrar la llave y abrir la puerta para terminar de creértelo.

4 comentarios:

María Álvarez del Vayo dijo...

Joder, maravilloso texto.

Mr.d dijo...

Soy nuevo en tu cubículo...me gusta. Interesante blog, Diane.

carmeloti dijo...

Cuero negro negro y ganas de beber, cuando Disneyland queda tan lejos de aqui...

Siempre volverán a la calle.

.A dijo...

lo que yo en el fondo siempre supe..
es que jamas la dejaria escapar..
que yo sin ella no era nadie !