En ese momento no pude imaginarme siquiera la alegría de la gente ni la felicidad pintada en sus enormes sonrisas. Yo me sentía sola. Fue una de las noches más solitarias de toda mi vida, esperando, desesperadamente, que sonara el teléfono. En ese instante creo que mi vida dependió enteramente de una llamada que no recibí nunca. Por eso supongo que guardé la rabia y mis lágrimas y las ganas de abrazar con fuerza a alguien muy al fondo, dentro de mi máscara. Cerca del deseo de que no me soltara quién quiera que estuviera esperando para ese abrazo, jamás.
7 comentarios:
Que llame y le pregunte por qué no llamó.
Un muá(h) y un sugu de limón!
Debería haber llamado, mira que se lo dije
No se puede estar colgada de un telefono....
hay que vestirse de valentia y marcar el numero que va directo a los ojos...
creo que todos nos hemos sentido alguna vez así y como duele
lo mas triste de una espera sin respuesta...es que por mas tiempo que esperes, no llegara quien quieres y peor aun, eso lo sabiass
, antes de esperarlo....la espera duele, y mas si no llega lo esperadp----saludos---
Esperar una llamada que no llega ha de ser desquiciante. Debería haber cogido ella el teléfono.
A veces es tan inminente y asumes el dolor de la no-ausencia tan dentro, que incluso si llamas sabes y conoces el vacio, no consiste tanto en la llamada, sino en la sensación de perdida, es más doloroso abrazar la soledad...
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