jueves

Hablamos de Revolución aunque siempre muy bajito, para que los que supieron la verdad de esa palabra no se alarmaran y tomaran las armas, sí, pero contra nosotras.
Salíamos y veníamos como si el peligro fuera la puerta de un antro y cuando nos encontrábamos a Dai yo saludaba, pero tú apartabas la mirada y si llevabas un cigarrillo lo tirabas, porque decías que entonces no sabía igual.

Él se iba y nosotras volvíamos a ir y venir con la cadencia de un vals en el que nunca vimos las prisas, con un trato entre las manos de un gramo que decía que jamás nos pillaría con la guardia baja.
Pecamos de ingenuas por más de unas cuantas razones que no te voy a contar porque ya debes de saber.
Entonces tú te fuiste con Dai y cuando él volvió yo ya sabía que tú no irías de copiloto en ese maldito coche verde. Pero tranquila, A., no me ha dicho donde estás o si sigues viva. No me ha dicho nada de la droga mágica esa tan poco común o si te has quedado prisionera del Otro Mundo.

Ayer Dai volvió a ir y venir como nosotras hacíamos por última vez, porque solo quedaba dosis para uno y me preguntó si te quería o en cambio solo fue porque tú eras la llave. 

2 comentarios:

Killian Lovecraft dijo...

Waa, como siempre he dicho: Esta es mi etiqueta favorita.

Hey, P. ¿Qué hay del olvido? ¿Cómo vas por el mundo a ciegas?

Surcador.

.A dijo...

por las dos cosas..
porque la queria.. mas que a mi propia vida.. y porque era la llave de todos los planetas del mundo